domingo, 22 de junio de 2014

El capitalismo y la felicidad humana VII



Adopto, del doctor Jorge Beinstein, una segunda caracterización del estado actual del sistema-mundo[1]  Se trata de otra personalidad académica, cuyos antecedentes hablan por sí mismos: Doctor de Estado en Ciencias Económicas, por la Universidad de Franche Comté, Francia; especialista en Pronósticos Económicos, consultor de Organismos Internacionales y Gobiernos de varios países. Dirigió numerosos programas de investigación y fue titular de cátedras de Economía Internacional y Prospectiva, tanto en Europa como en América Latina. Actualmente, es profesor titular de las cátedras libres Globalización y Crisis, en las universidades de Buenos Aires y Córdoba (Argentina).
Este reconocido intelectual publicó un extenso artículo, Convergencias. Origen y declinación del capitalismo (mayo de 2013), cuya caracterización no permite dudas sobre la situación actual:
Hacia el final de su recorrido histórico el capitalismo se vuelca prioritariamente hacia las finanzas, el comercio y el militarismo en su nivel más aventurero “copiando” sus comienzos cuando Occidente consiguió saquear recursos naturales, sobreexplotar poblaciones y realizar genocidios acumulando de ese modo riquezas desmesuradas con relación a su tamaño lo que le permitió expandir sus mercados internos, invertir en nuevas formas productivas, desarrollar instituciones, capacidad científica y técnica. En suma construir la “civilización” que llevó Voltaire a señalar: “la civilización no suprime la barbarie, la perfecciona”. La decadencia del mundo burgués imita en cierto modo a su origen pero no lo hace a partir de un protagonista joven sino decrépito y en un contexto completamente diferente: el de la gestación era un planeta rico en recursos humanos y naturales disponibles, virgen desde el punto de vista de los apetitos capitalistas, el actual es un contexto saturado de capitalismo, con fuertes espacios resistentes o poco manejables en la periferia, con numerosos recursos  naturales decisivos en rápido agotamiento y un medio ambiente global desquiciado.
Su diagnóstico es terminante. A partir de sus conclusiones, nos exige comprometernos con las denuncias y de la perspectiva desprendida de este cuadro de situación, al que podemos agregar una trascendencia posible hacia un futuro. Llegados a este punto de nuestra investigación y una vez admitido el escenario que enfrenta la comunidad global, en el que nos estamos haciendo cargo de la situación que desafía a la comunidad humana global, debemos interrogarnos: ¿tiene sentido hablar de felicidad, o es un modo de «meter la cabeza bajo tierra, como el avestruz».
Tal vez sea necesario, entonces, discernir qué decimos con la palabra “capitalismo”. El siglo XX vivió dentro del debate de sistemas contrapuestos que pintaban el escenario internacional en blanco y negro. Ello no contribuyó con una reflexión política más profunda que distinguiera, por una parte, más de una experiencia histórica dentro del polo del denominado “capitalismo”. Por otra, había más de una experiencia, dentro del otro polo, de lo conocido como el “campo socialista”. Esta complejización conceptual habilitaba a descubrir alternativas sociopolíticas que repintaban el escenario internacional con la variada gama de los colores existentes en las particularidades culturales.
La rigidez y la pobreza analítica del esquema anterior presentaba dos cuadros contrapuestos y excluyentes: un capitalismo liberal, devenido luego capitalismo salvaje, y un socialismo burocrático, convertido en capitalismo de Estado. Ejemplo presente de esta pobreza conceptual es el caso de China y Cuba: sometidas a una revisión del sistema institucional para dar respuesta a las necesidades de su proceso, se las comienza a considerar como retrogradaciones hacia el capitalismo de mercado. En lenguaje de las izquierdas, según dicen los manuales, una traición a la Revolución Socialista; según la mirada del liberalismo capitalista, un reconocimiento del fracaso socialista.
La dificultad de no contar todavía con un bagaje analítico más fino y preciso, más la chatura del tratamiento de estos temas en los medios concentrados, dejan al ciudadano de a pie desconcertado y próximo al escepticismo. La decadencia estructural evidenciada por los académicos consultados admite una denuncia clara; pero no, un lenguaje esperanzador. El siguiente atrevimiento forma parte del intento de desplegar las conciencias hacia un futuro mejor. Ciertamente la esperanza reside en la sabiduría del pensamiento indo-hispano-latinoamericano.


[1] Esta categoría de pensamiento es un aporte del académico estadounidense Immanuel Wallerstein (1930); fue Director de Estudios Asociados en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (École des Hautes Études en Sciences Sociales) en París, y fue Presidente de la Asociación Sociológica Internacional.

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