Adopto, del doctor Jorge
Beinstein, una segunda caracterización del estado actual del sistema-mundo[1] Se trata de
otra personalidad académica, cuyos antecedentes hablan por sí mismos: Doctor de
Estado en Ciencias Económicas, por la Universidad de Franche Comté, Francia; especialista en Pronósticos Económicos,
consultor de Organismos Internacionales y Gobiernos de varios países. Dirigió
numerosos programas de investigación y fue titular de cátedras de Economía
Internacional y Prospectiva, tanto en Europa como en América Latina.
Actualmente, es profesor titular de las cátedras libres Globalización y Crisis, en las universidades de Buenos Aires y
Córdoba (Argentina).
Este reconocido intelectual
publicó un extenso artículo, Convergencias.
Origen y declinación del capitalismo (mayo de 2013), cuya caracterización
no permite dudas sobre la situación actual:
Hacia el final de su recorrido histórico el capitalismo
se vuelca prioritariamente hacia las finanzas, el comercio y el militarismo en
su nivel más aventurero “copiando” sus comienzos cuando Occidente consiguió
saquear recursos naturales, sobreexplotar poblaciones y realizar genocidios
acumulando de ese modo riquezas desmesuradas con relación a su tamaño lo que le
permitió expandir sus mercados internos, invertir en nuevas formas productivas,
desarrollar instituciones, capacidad científica y técnica. En suma construir la
“civilización” que llevó Voltaire a señalar: “la civilización no suprime la
barbarie, la perfecciona”. La decadencia del mundo burgués imita en cierto modo
a su origen pero no lo hace a partir de un protagonista joven sino decrépito y
en un contexto completamente diferente: el de la gestación era un planeta rico
en recursos humanos y naturales disponibles, virgen desde el punto de vista de
los apetitos capitalistas, el actual es un contexto saturado de capitalismo,
con fuertes espacios resistentes o poco manejables en la periferia, con
numerosos recursos naturales decisivos
en rápido agotamiento y un medio ambiente global desquiciado.
Su diagnóstico es terminante. A
partir de sus conclusiones, nos exige comprometernos
con las denuncias y de la perspectiva desprendida de este cuadro de situación,
al que podemos agregar una trascendencia posible hacia un futuro. Llegados a
este punto de nuestra investigación y una vez admitido el escenario que
enfrenta la comunidad global, en el que nos estamos haciendo cargo de la
situación que desafía a la comunidad
humana global, debemos interrogarnos: ¿tiene sentido hablar de felicidad, o es
un modo de «meter la cabeza bajo tierra, como el avestruz».
Tal vez sea necesario,
entonces, discernir qué decimos con la palabra “capitalismo”. El siglo XX vivió
dentro del debate de sistemas contrapuestos que pintaban el escenario
internacional en blanco y negro. Ello no contribuyó con una reflexión política
más profunda que distinguiera, por una parte, más de una experiencia histórica
dentro del polo del denominado “capitalismo”. Por otra, había más de una
experiencia, dentro del otro polo, de lo conocido como el “campo socialista”.
Esta complejización conceptual habilitaba a descubrir alternativas sociopolíticas
que repintaban el escenario internacional con la variada gama de los colores
existentes en las particularidades culturales.
La rigidez y la pobreza
analítica del esquema anterior presentaba dos cuadros contrapuestos y
excluyentes: un capitalismo liberal,
devenido luego capitalismo salvaje, y
un socialismo burocrático, convertido
en capitalismo de Estado. Ejemplo
presente de esta pobreza conceptual es el caso de China y Cuba: sometidas a una
revisión del sistema institucional para dar respuesta a las necesidades de su
proceso, se las comienza a considerar como retrogradaciones hacia el
capitalismo de mercado. En lenguaje de las izquierdas, según dicen los
manuales, una traición a la Revolución Socialista; según la mirada del
liberalismo capitalista, un reconocimiento del fracaso socialista.
La dificultad de no contar
todavía con un bagaje analítico más fino y preciso, más la chatura del
tratamiento de estos temas en los medios concentrados, dejan al ciudadano de a pie desconcertado y próximo
al escepticismo. La decadencia estructural evidenciada por los académicos
consultados admite una denuncia clara; pero no, un lenguaje esperanzador. El
siguiente atrevimiento forma parte del intento de desplegar las conciencias
hacia un futuro mejor. Ciertamente la esperanza reside en la sabiduría del
pensamiento indo-hispano-latinoamericano.
[1]
Esta categoría de
pensamiento es un aporte del académico estadounidense Immanuel Wallerstein
(1930); fue Director de Estudios Asociados en la Escuela de Altos Estudios en
Ciencias Sociales (École des Hautes Études en Sciences Sociales) en París, y
fue Presidente de la Asociación Sociológica Internacional.
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