Hemos seguido la argumentación del profesor
Viñuela Rodríguez, si bien no puedo afirmar que acompaño todas sus afirmaciones,
y eso ya lo he subrayado. Debo repetir: no puede dejar de interesarnos su línea
de pensamiento y su defensa de una filosofía crítica —lo que significa no
cualquier filosofía—, ya que una de las manifestaciones de ésta es la defensa
del proceso global como legitimación de su existencia y de sus propósitos.
Aunque se presente como una paradoja, es necesario decir, para despejar el camino
de algunas neblinas, que la desvalorización del pensamiento filosófico se hace
desde una filosofía que se trasviste en la negación de la filosofía sin más, ya que una de las características del pensamiento único es presentarse como
una posición aséptica, objetiva, avalorativa. En realidad, lo que se ataca bajo
ese manto supuestamente neutro es todo aquello que asome como una revisión
crítica de los fundamentos del proyecto globalizador: sus pretensiones y sus
consecuencias, cada vez más evidentes.
De allí que insista:
Pero hoy vemos que comienza
a triunfar una forma de la barbarie: las leyes no son iguales para todos; las leyes se hacen con una
intencionalidad que no es la del pueblo, sino la de distintos poderes, el
político y sobre todo el económico. Estamos al borde del abismo que es el
fascismo y la tiranía que emergen del imperio de la arbitrariedad del poder,
facilitado por la oscuridad de la sinrazón. De ahí la necesidad imprescindible del
saber filosófico, de la ética, los únicos saberes que pueden revitalizar la
democracia. Y de ahí que nuestra crisis sea ética y filosófica. Más aun, es una
crisis de nuestra civilización, es el fin del pensamiento y el comienzo de la
barbarie.
No puede extrañarnos ni llamarnos demasiado la
atención lo dicho. Cualquier ciudadano ligeramente informado no puede ignorar
el estado social, político y económico en el que se está sumergiendo una parte
de Europa, proceso que augura el mismo destino de aquellos países que todavía
no muestran en superficie las consecuencias que ya comenzaron a padecer,
incluida Alemania. El circunstancial triunfo de un proyecto, que se ha
denominado, hace tiempo, el capitalismo
salvaje, bajo el dominio de los especuladores financieros, no puede tener
otro final que el desastre. Sobre esto, el profesor sostiene:
El mundo en el que vivimos,
que han construido para nosotros, para esclavizarnos, para eliminar las
conquistas sociales, antropológicas y laborales de doscientos años para acá,
está siendo fagocitado por una forma de pensamiento (ausencia de tal) y un conjunto
de valores (contravalores o valores económicos, exclusivamente) que excluye el
humanismo del mundo y del pensamiento, sostenido por su piedra angular, la
filosofía.
Como corolario de esta seria argumentación, se
puede afirmar que ante la pregunta: ¿Y las humanidades? ¿Y la filosofía?, se
debe responder que no tienen cabida para los fines que ese poder inhumano se ha
propuesto. No sólo no “sirven para nada”, como irónicamente sostiene el
profesor. Su inutilidad reside en que su objetivo es totalmente contradictorio
con el proyecto dominante;
La filosofía nos enseña a
ser personas, porque la filosofía, y las humanidades en su conjunto, inventan
el concepto de ley, de persona, de libertad, de igualdad, de fraternidad, de
derechos y deberes, de democracia y así sucesivamente. Pero todos estos valores
no están dentro del mercado. Es más, interesa que salgan de la circulación. Que
no exista un pensamiento que los recoja, que revise críticamente sus
contenidos. En definitiva, que caigan en el olvido y una gran losa se cierre
sobre ellos. La filosofía es el ámbito de la libertad civil, de pensamiento y
política. Cuestiona el poder, analiza al hombre, jerarquiza los valores,
desenmascara el engaño del poder como el de la unidimensionalidad de los
valores económicos. No sirve, porque no es útil, entendiendo lo útil por
aquello que es eficiente económicamente.
La filosofía, las humanidades, colocan en el
centro de su pensamiento el problema humano. Y, precisamente por eso, han sido
las humanidades y la filosofía como una reflexión última sobre el hombre, las
que han apoyado el desarrollo de la persona y apuntan hacia su emancipación.
Reside aquí su potencial subversivo para las duras reglas del mercado. De ese
modo, queda, entonces, justificada su inutilidad y su
eliminación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario